miércoles, 20 de julio de 2016

Mental Maze - Capítulo 4



Desde donde estaba sentada las cosas habían parecido fáciles hacía unos minutos cuando había creído que Toby estaría en algún lugar entre el hielo seco, el concentrado aire a lociones mezcladas y el humo de quienes fumaban, con aprehensión Sarah había recibido una tarjeta con la nueva dirección a donde tenía que ir, pero en este caso era un acertijo. De Toby no había rastro. Si aquello no servía para empeorar las cosas había gastado varias horas en aquella búsqueda inútil, solo le quedaban diecinueve y pronto empezaría a amanecer, además había perdido su celular entre el taxi y el asalto al que había sido sometida por lo que si su madrastra o su padre llamaban iba a tener que inventarse una buena excusa para no contestar, y de cualquier manera no podía regresar porque solo la retrasaría. Sarah miró alrededor con molestia decidiendo que en la primera oportunidad robaría uno. Era por una buena causa, intento convencerse.


El tiempo está sepultado bajo un retorcido hechizo cuadrado.

Sarah tomó un profundo aliento y leyó nuevamente intentando encontrarle sentido a aquella frase. Un par de ojos eléctricos se abrieron y la observaron. Le parecía que aquellos ojos mostraban una expresión ansiosa y cuando se hubo alejado un tanto de estos, sus pupilas giraron la mirada hacia el otro lado. Podía verse por la forma en que los ojos miraban significativamente al otro lado. Esos ojos sabían cosas. El tiempo... ¿Sepultado?

"Nada de esto tiene sentido." Se quejó en voz alta, por el consuelo de oír al menos su propia voz entre todo aquel ruido. Se detuvo, pensando en lo que Hodge le había dicho. "quizás no..." razonó. "Tal vez... solo lo doy por supuesto." Miró el reloj situado en la pared del club nocturno, era una sorpresa para ella que aquel lugar todavía estuviera abierto, estaba por acercarse el amanecer. Para su buena suerte un celular había sido dejado sobre la barra sin que nadie hubiera venido por el o se hubiera acercado siquiera al lugar. Revisando con rapidez se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón junto con unos dólares que probablemente eran la propina de alguien. Luego de un rato dándole vueltas al asunto había llegado solo a la conclusión de que Jareth quería que tomara el metro. ¿Pero a dónde?

El sonido de una pistola disparándose silenció el lugar, y de pronto el fuego se inició de ninguna parte lloviendo tantas balas como personas había, Sarah se tiró en el suelo asustada, con el papel de la adivinanza en un puño, ¿Qué es esta locura? Una vez que logró usar su vista periférica y comprobó que había unos pocos en pie con sus armas pero que estaban dándole la espalda decidió arrastrarse hacia la puerta del baño que por fortuna le quedaba cerca, solo entonces se levantó, asustada comprobando su reflejo y su cuerpo para ver que no poseía herida alguna. Estaba cubierta de sangre pero ilesa. Con la mente en blanco se quedó parada mirando hacia el espejo sin saber que hacer. Solo entonces y tomando un profundo aliento, abrió la ventanilla del baño y saliendo por allí, comenzó a correr. La única diferencia era que las paredes revelaban ahora donde estaba y la ciudad se iba haciendo más y más clara. El sol estaba saliendo. Corrió más rápido, patinando entre los charcos y el barro que había en algunas zonas, dándose contra las paredes de los edificios, más rápido y más rápido, sin que realmente le importara a donde iba. Doblando las esquinas hasta llegar a una avenida que comenzaba a concurrirse. No sabía si había sido o no la única en sobrevivir, pero esperaba que no. Aquella matanza había sido horrible y totalmente imprevista. Siguió corriendo, hasta que las cosas empezaron a dar vuelta sobre su cabeza y comprendió que se estaba desmayando, exhausta, con lágrimas corriendo por las mejillas, se tendió en una esquina, sollozando.










Sarah levantó su mirada del libro que la absorbía solo por un momento para comprobar que Toby siguiera vivo, su padre y su madrastra le habían pedido de nuevo que cuidara de Toby aquel fin de semana, ella había accedido no sin quejarse, pero en el fondo aliviada de tener un momento para tomar algo de distancia entre ella y Jareth, las cosas iban demasiado rápido y demasiado bien para ser verdad. Preguntarle sobre el asunto a su padre o a su madrastra estaba fuera de cuestión, preguntarle a Alice no serviría porque todo lo que podía hacer era quejarse y mostrar un poco de envidia sobre que ella tuviera la atención de Jareth. Además la haría ver como alguien inseguro y no podía preguntarle a su madre porque se la había pasado evitándola desde hacía varios años ya. Molesta sacudió su cabeza, se suponía que aquel libro serviría para despejarla no para envolverla más en sus pensamientos, pero las maquinaciones de Heathcliff tampoco ayudaban en lo absoluto a que se sintiera mejor. No cuando le recordaban a Jareth...

"Parece más una disertación de fracasos que de éxitos." Susurró una voz a su lado haciéndola sobresaltar.

"¡Jareth!" Lo miró sorprendida. Él hizo una inclinación con la cabeza y Sarah resistió el ridículo impulso de levantarse para hacer una reverencia. Mordiéndose el labio lo miró con preocupación. "¿Estás acosándome o algo?"

Jareth rió entre dientes.

"Siempre." Luego carraspeó mientras se acomodaba en su porche con total desgana, como si llevara años haciendo lo mismo. "Pasé a saludar y conocer a mis nuevos vecinos, pero resulta... que eres tú."

Sarah lo miró recelosa.

"¿Vecinos?" Preguntó. Jareth señaló la casa de al lado la cual hacía poco había estado en venta. Ahora unos agentes de mudanza entraban y salían acomodando las pertenencias del hombre. Sarah parpadeó mientras una rara sensación se instalaba en su estómago, aunque se había dado cuenta del movimiento desde donde estaba nunca habría pensado que se trataba de Jareth quien se mudaba. Al lado de su casa, bueno, la de su padre. Absteniéndose de hacer al menos una treintena de preguntas que rondaban por su mente lo miró con fijeza. "Ya veo."

"¡Quédate siempre conmigo, toma cualquier forma, vuélveme loco! Pero, ¡Por favor!, No me dejes en este abismo donde no puedo hallarte." Dijo Jareth susurrando en un acento delicioso que hizo que Sarah olvidara todas las preguntas que tenía en la cabeza y lo mirara con una mezcla de sorpresa y admiración. Como aquella cita de Heathcliff la había dejado sin habla parpadeó un par de veces mientras él la miraba ladino.

"Um... ¿Por qué no estás supervisando la mudanza?" Preguntó ella al tiempo que se recordaba echarle un ojo a Toby. La mirada de Jareth siguió la suya.

"¿Quién es él?" Preguntó con cierta molestia en su voz sin responder a su pregunta. Sarah parpadeó confusa.

"Toby. Es... mi... hermano." Jareth arqueó una ceja. "Medio hermano en realidad."

Entonces se sonrojó. No debería haber dicho aquello, pero algo le decía que Jareth no la juzgaría por ello. Toby jugaba en el arenero despreocupadamente, ajeno a la conversación de ambos.

"Entonces, por eso dijiste que no podrías pasar el fin de semana conmigo." Le reprochó Jareth, Sarah se sonrojó aún más si eso era posible.

"Creo que... creí que no te gustaría precisamente pasar las horas cuidando a un niño pequeño. Para muchos suele ser aburrido." Sarah se contuvo de decir que a ella también le parecía aburrido por no mencionar odioso en especial cuando a Toby le daba por llorar.

"Eso depende de la persona." Dijo Jareth sacudiéndose los jeans y dirigiéndose al arenero. Sarah lo siguió sin saber lo que se proponía a continuación. "Deseaba pasar el fin de semana contigo, y eso haré."

"¿Sueles desear cosas tan simples a menudo?" Preguntó Sarah sin poder contenerse por mucho. Jareth la miró de un modo muy extraño y luego sacudió su cabeza.

"Quizás me he equivocado en la elección de palabras, Sarah." Toby cogió la pala que Jareth le ofrecía. "Desear no es lo mismo que querer. Se desea lo que se sabe que no dura, se quiere lo que se sabe que es eterno. Yo no deseo o pido nada, tomo lo que quiero mientras esto pueda mantener mi interés."

Sarah parpadeó de nuevo sin palabras y tragó saliva. ¿Estaba hablando de ella? A lo mejor solo estaba hablando por hablar, ¿Cierto? Miró hacia el arenero con fastidio y luego se colocó a un lado del mismo procurando no ensuciarse.

"¿No es lo que hacemos todos?" Preguntó Sarah después de un momento de silencio. Jareth se rió, pero su risa era más bien seca.

"¿Eso es lo que piensas?" Preguntó acariciando distraídamente la cabeza de Toby. "Supongo que de algún modo podría ser cierto. Pero no. No todos están dispuestos a pagar el precio por sus deseos. ¿Lo estás tú Sarah?"

Sarah lo miró concentrándose en la pregunta, de algún modo sentía como si se le estuviera escapando algo. Jareth le guiñó el ojo mientras la veía discutir en su mente sus posibles respuestas.










Cuando se hubo recobrado, abrió los ojos muy lentamente, esperando ver algo diferente esta vez: una esquina, una puerta, incluso su propio dormitorio. Todo lo que había para ver era la calle llena de tiendas. Con un pequeño chillido de frustración, golpeó los puños contra una de las puertas. Respondiendo al llamado, un enorme hombre afroamericano vestido de azul con grandes ojos saltones asomó la cabeza donde Sarah había golpeado.

"Buenos días ¿Puedo hacer algo por ti?" Preguntó cordial. Desolada, Sarah lo miró. Se encogió de hombros. Si le explicaba su problema, quizás pudiera darle algún consejo. Con voz baja, le preguntó:

"¿Se te dan bien los acertijos? ¿Conoces el club nocturno Underground?"

"¿Quién, yo?" Sonrió abiertamente. "No, solo soy un vendedor."

Sarah asintió. Puede que hubiera sido esperar demasiado.

Cuando se hubo recobrado, abrió los ojos muy lentamente, esperando ver algo diferente esta vez: una esquina, una puerta, incluso su propio dormitorio. Todo lo que había para ver eran las dos paredes.

"Entra y conoce a mi señora," la invitó el hombre. Ella se las arregló para sonreír débilmente.

"Gracias," dijo, "pero tengo que resolver este acertijo. Y no hay más pistas, o personas a quien preguntar. Ni nada." Parpadeó para contener las lágrimas calientes. "Estoy sola."

"Ooh" dijo el hombre aproximándose al papel que Sarah sostenía. "no estás mirando bien, eso es. Está claro como el agua. Solo que tú no lo ves, eso es todo."

Sarah lo miró con incredulidad. ¿No acababa de decir que no se le daban bien los acertijos? No había lógica en ello. O quizás no tenía nada que ver con la lógica y ese era el problema: Todo lógica y nada de razón.

"El metro está adelante," siguió diciendo. "No hay pierde."

Ella miró el papel frustrada. "Pero... no entiendo. No, no hay ninguna calle a donde ir."

El hombre resopló, y con voz amable dijo:

"Pasa y toma una taza de té."

"No hay dirección." La voz de Sarah era insistente.

"Intenta en Borough Park." dijo el hombre, con un ademán de la cabeza que pretendía inspirar coraje. "Si observas y escuchas con cuidado lo verás. Pero primero, ¿por qué no tomas una taza de té?"

"¿Dónde?" Sarah volvió a mirar de nuevo el papel.

"Lo tengo en la tetera." La hospitalidad de aquel hombre se malgastaba con ella.

"Debajo del subterráneo no hay nada." masculló. "No hay forma de que me manden a un lugar que es imposible de pasar."

"Ooh" observó el hombre divertido. "este lugar, oh, querida. Las cosas no siempre son lo que parecen, ya sabes, si los pueblos esconden miles de secretos las ciudades esconden billones. Así que no des nada por supuesto."

Sarah lanzó al gusano una mirada penetrante. ¿Cómo es que utilizaba la misma frase que Hodge? Y en su mente oyó de nuevo la voz de Hodge. «¿Yo? No iría por ningún lado»

Ningún lado. Justo delante de ti. ¿Qué más quedaba por hacer? Lo intentaría. Miró el papel de nuevo decidida, muy tentativamente, sobresaltándose por anticipado cuando se acordó de algo que se le había pasado por alto. Sarah estaba deleitada. Se giró agradecida.

"Gracias," le dijo. "Eso ha sido increíblemente útil."

Había comenzado a avanzar por la calle cuando oyó un grito a su espalda.

"¡Yo no iría por ahí!" estaba gritando el hombre, sus ojos se mostraban preocupados mientras observaban a Sarah marcharse. Pero dedicándole sonrisa alegre cuando ella se detuvo y volvió jadeando.

"¿Qué has dicho?"

"Lo que dije," le dijo el hombre. "fue que no vayas por ahí. Es más seguro si vas por allá. Las cosas se ponen muy feas por donde ibas."

"Oh" asintió Sarah. "Gracias." Se puso en camino en la dirección señalada.

La observó marchar de nuevo, y suspiró con alivio.

"Guau" El hombre puso los ojos en blanco. "Ha estado cerca. Si hubiera cogido la primera opción, hubiera llegado directamente sin desviaciones."










En aquella habitación, Toby, todavía en pijama, tenía la boca abierta de par en par y estaba aullando. Sus pequeños puños estaban firmemente apretados, su cara estaba escarlata y sus ojos cerrados, y estaba montando un escándalo que hubiera hecho gemir a Sarah en voz alta.

Jareth lo observaba con una sonrisa divertida. Los hombres que lo habían ayudado permanecían abstraídos mientras jugaban videojuegos con los cascos puestos. En este lugar nadie más se fijaba mucho en Toby. Había basura por todos lados y el lugar estaba literalmente de platos de comida a medio terminar, trozos de carne podrida y verdura pasada y el lugar olía francamente mal para tratarse de un lugar de alta categoría, pero no se podía esperar gran cosa de aquellos hombres.

Necesitaba algo que le mantuviera entretenido. Aquellos hombres eran, francamente, aburridos. Tan estúpidos que no podrían encontrar las respuestas a los acertijos que le había planteado a Sarah. Carecían de sabiduría o ingenio.

Jareth bostezó y examinó cansadamente la habitación. Las paredes estaban decoradas con calaveras y murciélagos. Dios mío, pensó. Calaveras y murciélagos de plástico aún. ¿Cómo de lerdos podían llegar a ser? Miró esperanzado al reloj. Las seis y media, indicaban las manecillas con forma de espadas. Otras diecisiete horas y media de espera. Tendría que hacer algo para pasar el tiempo.

Se puso de pie, estiró los brazos y se paseó intranquilamente. Uno de sus hombres pasó como un rayo. Jareth extendió el brazo y lo atrapó, cogiéndolo por el cogote. Los ojos del muchacho en cuestión, se apartaron asustados de los suyos.

"Eres asustadizo ¿Eh?" dijo Jareth con una risa forzada.

El resto de ellos aullaron con algarabía. Allí acababa de tener una prueba de lo estúpidos que eran. Lo seguirían sin pensarlo dos veces o cuestionarle. Incluso habían cometido un delito al secuestrar a aquel niño solo para complacerlo. Y Sarah... ella lo había mirado como si fuera un monstruo por hacerlo. Jareth hizo una mueca ante el dolor que suponía eso.










Aunque lo usual no era que Jareth la acompañara a hacer la colada, en aquella ocasión ambos se habían encontrado sin querer en la lavandería mientras ella sacaba sus ropas y el metía las suyas. Tras un extraño e incómodo silencio Jareth finalmente habló:

"¿Irás este fin de semana con tus padres?" Preguntó él. Ella asintió.

"¿No tenías personas que te hicieran la colada?" Fue su turno de preguntar, lo cierto era que tras verlo bajar con su ropa no había podido contenerse en ello, en especial tras lo snob que había sonado la primera vez que habían hablado en serio. Jareth se encogió de hombros sin responder a su pregunta. Nunca parecía responderle, y si lo hacía la dejaba pensando sobre si le había contestado o no. Sarah disfrutaba con él de aquellas conversaciones la mayor parte de su tiempo, pero a menudo se volvía tedioso para ella estar con alguien que nunca le respondía ni a las preguntas más simples.

"Me pasaré por allá un rato entonces." Pronunció Jareth, Sarah azotó su cesta llena de ropa limpia y doblada contra la puerta impidiendo que se cayera, luego miró furiosa a Jareth, aunque en realidad no sabía la razón de su furia.

"¿Para qué?" Preguntó en un gruñido. "es aburrido. Un fastidio en realidad. Solo es un bebé de tres años, no un animal de zoológico interesante para estudiar."

Jareth la miró con diversión y chasqueó la lengua.

"Me gustan los niños." Pronunció con cuidado y ante la mirada recelosa de Sarah añadió: "No en el sentido de Charles Dodgson, en el buen sentido."

"Vale." Dijo perpleja.

"Y me gustas tú." Pasó una de sus manos por la barbilla de Sarah haciendo de ello un gesto muy íntimo. Sarah retrocedió por la sorpresa y él sonrió con cierto aire macabro al tiempo que aquello hacía latir con fuerza el corazón de la chica.

"Vale." Dijo girándose para darle la espalda. "Se irán a la una."

Dijo, y se marchó del lugar, dejando a Jareth con una calculada sonrisa en los labios.










Luego de que varias personas la evitaran por su aspecto desaliñado lleno de sangre y tierra, logró comprar un boleto para el metro con el dinero que había cogido en el club nocturno. Durante un rato vagó a lo largo de los pasillos de ladrillos. Altos y adustos que se extendían hasta el infinito entre las calles de Nueva York, encontrando a veces unos pocos escalones. El hecho de que estuviera amaneciendo y hubiera buena iluminación en aquel lugar lo hacía un cambio agradable. Esperó un rato hasta que llegó su turno y solo entonces se subió. Decidida a mantener la calma, sacó el papel con el acertijo mientras repetía en su mente cada conversación que había tenido con Jareth con la esperanza de que alguna de ellas le sirviera para descifrar donde podía tener a Toby. Era una suerte que no fuera turista en NY o no se habría dado cuenta de que aquel hombre la quería enviar a dar un rodeo hasta Brooklyn, como si estar en Queens no hubiera sido ya bastante malo. Suspiró con pesadez consolándose en el hecho de que al menos había conseguido una buena pista. Times Square ¿Cómo no lo había visto? Lucía demasiado simple ahora que lo veía. ¿Qué le había dicho Jareth? La simplicidad era la clave de la brillantez.

Sarah se removió incómoda al notar que una anciana la miraba con reprobación, seguramente su atuendo era la causa de ello, pensó, lamentándose por un momento no poder detenerse en su departamento a ducharse y coger algo de dinero. Pero con aquellos acertijos que Jareth le planteaba se había olvidado aunque fuera por un instante de que estaba en el metro y que su hermano... no eso no le era posible olvidarlo.

Al llegar a su destino se dio cuenta de que para atravesar fuera por ferri, auto o a pie no se libraría de ser examinada por los policías que estaban controlando las salidas y entradas década uno. Se miró llena de sangre y gimió frustrada, nunca la dejarían pasar en ese estado.

"¡No es justo!" Gruño Sarah molesta.

"Tienes razón" dijo una voz a su espalda. "¡No es justo!"

Saltó y se dio la vuelta. Tras ella, vio dos guardias uno de ellos estaba relativamente cerca, en el extremo de una las columnas del puente, mientras verificaba autos. Pobres, pensó, tener que estar así de pie todo el rato. El que estaba parado enfrente de ella tenía unos ojos increíblemente astutos y se estaba burlando de ella. "Y eso es solo la mitad ¿Cierto Ralph?"

Ralph asintió mientras se dirigía a ellos.

"¿La mitad de qué?" preguntó Sarah, retorciéndose las manos, nerviosa.

"La mitad del doble de lo que serán tus problemas jovencita." replicó Ralph. "Llama a Jimmy, Alph. Diles que tenemos lo que buscamos."

Alph se conectó a su intercomunicador mientas a Sarah le daba un vuelco en el corazón. Ralph la sujetó y esposó sin previo aviso contra la patrulla.

"Debe haber un error ¿Qué es lo que buscan?" Preguntó Sarah desesperada. Ninguno de ellos le respondió.

"El doble es más que la mitad." Contestó Alph. Sarah revoleó sus ojos. "Apunta, mujer, cabello negro, rasgos caucásicos sospechosa de terrorismo. Lleva sangre en su ropa. Necesitamos alguien que venga para procesarla."

Sarah parpadeó procesando la información.

"Es un error." Sarah se giró, entonces los dos la metieron a la caseta de vigilancia del puente. "No soy terrorista. Tuve un accidente... ummm, femenino. Ustedes saben, muy malo."

Sarah estaba consciente de que estar cerca de la policía alertaría a Jareth y cambiaría el juego, por lo que cada minuto contaba como una sentencia para ella y Toby.

"No necesitamos que nos des explicaciones," Una voz brusca y con un fuerte acento se giró para verla. Estaba molesto. "se las darás a los que vengan por ti para llevarte a la comisaría. Jimmy me envió, tiene una situación allá. No puede venir."

"Venga Timothy, no seas rudo, no le hace daño a nadie. Si quiere hablar que hable. Se hundirá solita antes de pedir un abogado." Se rió Alph. Sarah frunció el ceño, pero el caso era que Alph tenía razón. Dar explicaciones no serviría para que creyeran en ella, mentiras o no. Y dar la verdad solo serviría para acabar perdiendo a su hermano. Pero aun así... tenía que hacer algo.

"¡Oh!" exclamó indignada. "No es justo. ¿Qué se supone que debo hacer? Solo estaba intentando ayudar a una amiga que tuvo una emergencia y entonces me encuentro corriendo al médico por ayuda porque ella no tiene auto. Claro, yo no tengo la culpa de que sea una paranoica que cree que el gobierno – en especial los de arriba – nos vigilan, y que por ello prácticamente se haya aislado de todo recurso y esté intentando traer a su bebé al mundo justo en estos momentos..."

El discurso no había funcionado con aquellos hombres, quienes en vez de soltarla la ignoraron olímpicamente, tres de ellos volviendo a sus puestos mientras el cuarto se quedaba encargado de cuidarla hasta que llegara alguien por ella. Lejos de sentirse derrotada, el corazón de Sarah empezó a palpitar. Había una posibilidad de escapar si alcanzaba las llaves antes de que Timothy entrara a la caseta de nuevo.

Colgadas junto a la puerta había varios pares de llaves. Sarah jadeó.

"¿Cuál es cuál?" Timothy se estaba despidiendo. Desesperada Sarah cogió los cuatro pares y los engancho a sus jeans. Timothy entró al tiempo que Sarah se sentaba. La observó con el ceño fruncido unos segundos que a Sarah le parecieron eternos y luego se volteó.

"Vamos, vamos" dijo el guardia con irritación como si murmurara para si mismo. "No podemos quedarnos aquí todo el día con esta terrorista."

Sarah saltó indignada.

"Para empezar no soy una terrorista. Y segundo ¿Qué quieres decir con que no puedes?" exclamó "Ese es tu trabajo."

"Oh, sí. Lo olvidé." Dijo Timothy sacudiendo la cabeza con burla. "Tengo esposa e hijos, ¿Sabes? Tengo que ir con ellos. Mi turno acaba en veinte minutos, y no he recibido ni confirmación de que mi relevo viene. Tampoco nadie ha reclamado por ti."

"Insisto, no soy terrorista." Pestañeó intentando alejar las lágrimas de frustración. La patrulla estaba a unos veinte pasos, si noqueaba a Timothy lo lograría. Sarah casi sintió pena por él cuando le pegó con la silla metálica plegable en la nuca. Casi.

Pero aún tenía que preocuparse por Toby. Checando que no hubiera matado al guardia se relajó y salió disparada hacia la patrulla. Ralph estaba distraído con el chequeo de un automóvil por lo que no la vio salir. Jim y Alph tampoco se dieron cuenta de lo que ocurría al principio, hasta que Sarah encendió el motor de la patrulla, desesperada y sin saber cómo conducir un auto Sarah chocó contra cinco automóviles antes de poder entender el mecanismo, afuera, los guardias comenzaban a gritar y correr hacia ella. Con excepción de Timothy claro, pobre hombre pensó Sarah, segura de que se iba a llevar una buena regañina. Entrecerrando los ojos al tiempo que se armaba de valor cruzó el puente y se dirigió hacia la autopista antes de que nadie pudiera detenerla. No pasó de internarse en la jungla que era la ciudad cuando tuvo a tres patrullas persiguiéndola, y al llegar a las primeras calles se vio rodeada de tal modo que no pudo escapar. Sarah gimió.

"Señorita, le pedimos que se baje de inmediato de la patrulla." Dijo un hombre mediante altavoz. "Con las manos en alto."

Lentamente con fastidio y una sensación punzante en su estómago Sarah se bajó y al instante tuvo tres o cuatro intentando sujetarla sin previo aviso, cuando se dieron cuenta de que aún seguía esposada intentaron meterla en la patrulla, algunos peatones se habían quedado parados mirando, otros tomaban fotografías o videos mediante sus celulares. Genial, sencillamente, genial. Si sus padres no se enteraban por la casa vacía se enterarían en internet.

"No soy una terrorista," Gimió en voz alta aprovechando las cámaras. "Me asustaron. Son unos matones. ¡Auxilio!"

"Señorita, es usted sospechosa de terrorismo y de robar un auto del gobierno, pero a partir de este momento tiene usted derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra ante un tribunal." Dijo uno de los policías finalmente logrando meterla en la patrulla. El corazón de Sarah aleteó con pánico. "Tiene derecho a consultar a un abogado o a tener uno presente cuando sea interrogada por la policía. Si no puede costearse uno el Estado se lo brindará para que la represente. ¿Entiende usted los derechos que le acabo de leer?"

Sarah asintió débilmente y la puerta del auto se cerró con un sonoro ¡clang!




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Notas de Autor: Es miércoles, lo sé. Por eso pido disculpas por el gran retraso de este capítulo, resulta que armar las dos últimas escenas fue mucho más complicado de lo que esperaba.

Charles Dodgson, también conocido como Lewis Carroll, famoso por escribir las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Fue fotógrafo, y causó controversia con estas fotos especialmente por la desnudez de las niñas y el que guardara los negativos de dichas fotografías. Si no me creen solo tienen que buscar en Google Lewis Carroll, Photographer of Children: Four Nude Studies, para dar con ello. A propósito de que aunque puede ser un libro perturbador para muchos, también puede ser fascinante si hablamos de arte y fotografía.

Respecto a la frase usada en el acertijo que Jareth le ha dejado a Sarah ha sido hecha en inglés, por lo que es de ese modo como cobra más sentido. Time is buried under a twisted spell square. En este capítulo he usado algunas cuantas citas. Las pongo a continuación para hacerles el honor que se merecen:

Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura, se quiere lo que se sabe que es eterno. – Rousseau

¡Quédate siempre conmigo, toma cualquier forma, vuélveme loco! Pero, ¡Por favor!, No me dejes en este abismo donde no puedo hallarte. – Heathcliff, Cumbres Borrascosas.

La simplicidad es la clave de la brillantez. – Bruce Lee.

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Bunny Kisses

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