miércoles, 18 de junio de 2014

Here comes the sun


Revolví entre mis cosas mientras me ocupaba de sacar lo que no necesitábamos ya. Cada seis meses según el calendario de mi esposa teníamos limpieza profunda en casa.

La cosa iba mas o menos así, cada quien limpiaba una habitación mientras Laurie – mi hija de seis años correteaba por toda la casa – molestando especialmente a Rose y a Olive. Olive le perdonaba algunas cosas, especialmente siendo la mayor de las cinco, estaba en su último año de la universidad, Trent – el único varón – ya ejercía como médico desde hacía tres años, mayor que Olive, era nuestro primogénito. Él sin embargo, no pisaba la casa desde su primer día en la universidad. No eran cuestiones familiares como cualquiera podría creer, por el contrario, se dedicaba en cuerpo y alma a su trabajo. Flower, Rose y Prim aún iban al colegio y Laurie… bueno, ella también. Aunque se pasaba más tiempo fingiendo estar enferma y llegando a casa se recuperaba milagrosamente.

Le permitíamos eso a menudo. Quizás no debíamos, pero, ¿Cuántas veces se puede ser niño? Me había casado con mi esposa apenas a la mitad del segundo año de universidad. Ninguno quería esperar. Y pese a tener algunos problemas cuando esperábamos a Trent y más tarde en el tercer año de universidad, ambos habíamos logrado terminarla.

Mudándonos primeramente a un pequeño departamento y cambiándonos cuando nació Olive a uno más amplio, habíamos decidido esperar para no tener más. Y finalmente, nació Flower. Con lo que tuvimos que mudarnos definitivamente a una casa y no a un departamento. Sin embargo, ejercer de médico – yo también lo era – hacía mucho más fácil nuestras vidas, sin contar, que cuando despegó el restaurante que mi esposa había puesto – ella se ocupó durante los primeros años de los niños – la vida se hizo aún más fácil. Cuando Trent, Olive y Flower crecieron un poco más, nació Rose. Justo el día de mi cumpleaños número treinta y dos. La vida no nos podía hacer más dichosos con ellos. Hasta adoptábamos varias veces perros de los cuales nos encontrábamos. Mi esposa era veterinaria y abogada – volvió a la universidad tras el nacimiento de Rose, cuando Trent y Olive podían encargarse un poco más de cosas. Dirían ustedes, esa no era responsabilidad suya. Pero, así fue como tanto Olive y Trent descubrieron lo importante de pensarse las cosas. De tomárselas con calma y sobretodo, cuidaron a su hermana con mucho amor. Flower también ayudaba con lo que podía. Así fue como ella descubrió su pasión por la cocina. Ella ha estado decidida a no abandonar los estudios, pero quiere dedicarse al restaurante una vez que termine la secundaria.

Finalmente tras cuatro años de espera nació Prim, y a ella le siguió Laurie, cuatro años después. De ella y Prim nos hemos encargado nosotros mismos, especialmente cuando Trent ingresó a la universidad, y con el ingreso posterior de Olive. Quien, tras tomarse un sabático, decidió ingresar. Pero volviendo a donde estábamos, mi hija pequeña entró corriendo a donde yo estaba, junto con Prim correteándola. Tras de ello tiraron unas cuantas cajas y salieron de la habitación, suspiré molesto, pero resolví no gritarles, después de todo, tendría que revisar esas mismas cajas. Pasando con cuidado por encima revisé la caja, tirando la mayor parte de su contenido, casi sin interés alguno en ello.

“¿Qué es eso papi?” Me dijo una vocecita mientras recogía un aparato cuadrado. Sonreí, no recordaba haber guardado nunca aquel viejo trasto.

“Bueno, es como tu Ipod. Sirve para oír música. No sé si aún funcione, pero hay muchas diferencias ¿ves? Tú Ipod funciona con electricidad, y esto... bueno, con pilas.” Busqué entre las cosas que aún permanecían tiradas en el suelo a por un paquete de pilas, que seguramente habría por allí. “¡Bingo!” Me dije a mi mismo mientras sostenía el paquete, mi hija trepó por mi espalda mientras sujetaba con fuerza en sus manitas el reproductor portátil. Laurie dio un pequeño gritito cuando me levanté, sujetándola con fuerza sin embargo, ella corría poco peligro de caerse. Bajamos las escaleras, y me dirigí hacia la sala de estar.

“Ollie, ¿No tendrás algún CD por allí?” Olive nos miró extrañada y luego al reproductor. Sus ojos brillaron como los de quien mira algo que buscaba hace mucho.

“¿Es tuyo? Caray, ¿Dónde lo encontraste? Es una preciosidad.” Caminando hacia su cuarto, la seguimos mientras buscaba algún disco. Sonreí cuando la vi sacar The Beatles de su cómoda. Inmediatamente se dirigió hacia Laurie fascinada.

“¿Esa cosa tiene pilas?” Dijo ella, le miré intentando hacerme el ofendido. No funcionó porque acabamos los tres en el suelo riéndonos.

“Las tiene, venga, deja poner el CD”  Bajo la atenta mirada de Laurie pusimos el CD logrando hacerlo funcionar cuando apretamos el botón de Play. Sonriendo, dejé que tanto Laurie como Olive escucharan el track, pero para cuando la pista se acabó quedó claro que yo no podría usarlo hasta dentro de un buen rato, especialmente con la llegada de los demás a la sala.

 

Cansado baje la última caja de basura hacia el frente del jardín. Tarde pero finalmente habíamos finalizado la limpieza. Comprando pizzas, el resto ya había ido a dormir, con excepción de mi esposa, Olive y Flower quien últimamente pasaba más tiempo en el restaurante que de costumbre. Quizás fuera a causa de John. Ella creía que yo no me había dado cuenta, pero lo había hecho, sin embargo, tras haberlo discutido seriamente con mi esposa, habíamos decidido dejarlo estar, hasta que ella nos lo presentara. Entonces, tal vez sacaría mi rifle y le daría dos buenos tiros de advertencia al muchacho. Pasé por la cocina y me despedí de Olive, quien regresaría al día siguiente a la universidad. Con trabajos, cansado, subí las escaleras, deteniéndome para tomar aire junto al marco de la puerta de Laurie, quien teniéndole miedo a la oscuridad hacía que su puerta quedara siempre abierta a la luz del pasillo. Me acerqué a ella para darle un beso de buenas noches, y justo entonces, pude echarle un ojo al reproductor portátil. Sintiéndome viejo, le eché mano encima y sentándome sobre el suelo de la habitación de mi hija me dispuse a escucharlo.

 

 

Little Darling

The smile´s returning

To the faces

Little darling

It´s seems like years

Since it´s been here

Here comes the sun…

 

“¿Steve?” La voz de mi esposa me sacó de mi ensimamiento y sonreí. Y el sol vino. Levantándome apagué el reproductor y lo coloqué sobre la cómoda de mi hija, sabiendo que ella lo cuidaría bien. Entonces, aproximándome a mi esposa la abracé y con un beso nos encaminamos a nuestra recamara.

“¿Recuerdas como nos conocimos?”

“¡Ja! ¿Cómo olvidar eso?”






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La primera unidad portátil reproductora de CD´s fue lanzada en 1983 pudiendo reproducir un disco completo. Pero antes de ello en 1979 ya existía el holkman gracias a Sonya. Según fuentes de Wikipedia. Entonces, yo decidí meter la idea de un portátil así cuando vi a mis primas compartir música entre ellas en un reproductor antiguo.



Bueno, quise hacer un entre-generaciones, ¿Cómo se sienten ahora los grandes con hijos mostrándoles cosas a sus hijos, y grandes no tan grandes? Quizá la razón por la que elegí el tema de los Beatles fue para acentuar esa nostalgia que suele darnos cuando recordamos años pasados con cariño. Así, de este modo, esta es la del lunes, al rato traigo la del día de hoy. Gracias por leerme.

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