¿Tienes un minuto?
No, espera, es una tontería preguntártelo. Si lo tuvieras no
estaría aquí, escribiendo esto. Esto es acerca de ti. Y también de mí. Sobre lo
que éramos. Sobre lo que deseo que volvamos a ser.
¿Sabes? Antes envidiaba a mi amiga por tener dinero. Ya que
aquello que yo no podía tener, ella lo tenía. Aquello que yo no tenía, ella lo
daba por hecho. Hoy comprendo que ella envidiaba lo que yo poseía. Y entiendo
también, que eso mismo que ella envidiaba, yo no lo apreciaba, al menos no lo
suficiente. ¿Para qué quiero yo un poni? ¿Un conejo? ¿Una mansión? Vale, que
son cosas que me gustarían. Me gustaría ser modelo de revista. Me gustaría ser
millonaria. Y tener un súper-novio. Conducir a Los Ángeles y ser famosa. Que mi
melena sea rubia y súper larga, que por fin tenga el peso adecuado. Que nos
mudemos a Beverly Hills. Pero eso puedo tenerlo más tarde. Hoy todo lo que
quiero es tu tiempo.
Sé que no te lo digo a menudo, pero me gusta cuando me miras
y sonríes mientras como. Aunque a veces no sepa comportarme en la mesa. Me
gusta que me escuches, y me dediques ese pequeño momento durante las noches. A
veces siento que lo que pasamos juntas no es suficiente. Me gusta cuando me
cuentas lo que piensas de un tema. Me gusta oírte hablar, aunque sea de cosas
en que no estamos de acuerdo. Aun aunque no conozca de lo que me hablas. Me
gusta hablarte, y contarte mis secretos. Me gusta que me cuentes de tu vida, de
cuando eras pequeña. Aun cuando no pueda recordar muchas veces todo lo que
hemos hablado, y también aunque te repitas.
Tiempo. Todo lo que quisiera es tiempo. Tiempo para que me
escuches. Tiempo para que me leas, para que estés a mi lado. ¿No hiciste la
comida? No importa. Nos hacemos un sándwich.
¿Por qué debería importarme si hoy no fuiste a trabajar? Yo
creo que es algo lindo lo que haces al quedarte conmigo y cuidarme mientras
estoy enferma.
Tengo presente que cada día que pasa mientras crezco es un
día que tu envejeces. ¿Cómo crees que me siento sabiendo esto y no pudiendo
aprovecharlo junto a ti?
Tiempo. Eso pido. A veces me gustaría tener otras cosas.
Pero cuando lo pienso, nada es más importante.
Sé que sonará egoísta y que así sea. Quiero un tiempo para tomar el té, y hablar
sobre lo que nos gusta. Un tiempo para leer juntas y reírnos de lo que inventan
los escritores. Un tiempo para comer juntas. Tiempo para dormir juntas. Para
abrazarte y besarte. ¿Ya te dije hoy cuanto te quiero? Tal vez lo hice. Pero
seguramente no lo escuchaste con atención. Ocupada como estabas, trabajando o
descansando. Incluso ahora, en la hora de comer, lo único que hay es silencio.
Silencio en la silla. Silencio a la hora de comer. Silencio
en el auto, silencio aquí y allá. ¿Aún no has entendido lo mucho que me vuelve loca? ¿Lo mucho que me duele? Aquí y allá, robo minutos, que
pasan como silbido mientras recibo tu desaprobadora mirada. Intento no pensar
que ese mismo tiempo lo necesitas por igual. He hecho esfuerzos para levantarme
temprano, tan solo para poder verte. Aquí y allá te robo minutos e intento
atraparlos entre mis manos, pero es como el agua que se escapa entre mis dedos.
¿Cuándo volverá a ser todo como antes? ¿Cuándo volveremos a compartir aquella
sonrisa? ¿A hablar en nuestro secreto idioma?
No lo sé yo, con certeza. Tan solo si me haces tiempo,
quizá, entonces, y tan solo entonces, todo vuelva a ser como antes.
--------------
Bien, primero que nada, lo siento. Familia... ya saben, esa que te mantiene ocupada en reuniones sociales y mil pretextos más. Bueno, hablando de familia, precisamente se me ocurrió durante estos días que, bueno, hay personas a las que su familia no les dedica ni un minuto.
La historia va sobre una chica que quiere que su madre le haga caso, pero ella esta muy ocupada para ello. Sí, es un tema común. Ya hay personas que han escrito del tema, pero, hey, es mi propia versión. Entonces, disfrútenla.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario