miércoles, 30 de abril de 2014

Mayo.

Vaya, juraría que prácticamente pasa el tiempo volando mientras estoy aquí. En un abrir y cerrar de ojos, de enero llegamos a mayo.


En los próximos días me ausentaré un poco, tengo un compromiso ineludible. Y no creo poseer mucho tiempo para mandarles mi religioso post de un día sí y otro no. Regreso el lunes, y les dejo de paso el de hoy y el viernes.


Mientras tanto, como cada mes, les agradezco infinitamente por leerme y por seguir después de todos estos meses. Así como también les deseo un feliz inicio de mes.




¡Feliz mayo para todos ustedes!

lunes, 28 de abril de 2014

Apariencias.


Se dice de mí, que soy flojilla. O vagabunda.
Que escandalizo al mundo por ser solo yo misma.
Que me han visto hacer y deshacer locuras cada dos por tres.
Se dice de mí que soy volátil, bipolar, ingeniosa, amargada, alocada y peligrosa.
Que si es verdad o no, solo puedo ignorarlos.






Se dice de mí, que tengo pájaros en la cabeza. O que he aprendido a volar sin alas.
Lo cierto es no lo noto, ni lo uno ni lo otro.
Se dice que puedo reducirte a cenizas con solo una mirada. Que mi cabello cambia de color a voluntad. O que hablo con los animales.
Nada más cierto, si también me vieran hablando conmigo misma.

Si me dijeras que soy rara, anormal o diferente, te daría razón en ello con orgullo.
Dime que soy normal y probablemente te pregunte,
¿Qué es normalidad?


Se dice de mí, que me evites, que finjas que no existo. Que no voltees cuando me acerque. Que no me hables. ¿Duele eso? Si y no. Ya estoy acostumbrada.

Se dice de mí, siempre. Porque nadie me lo dice. No sé sin embargo que es peor. Si lo uno o lo otro. O el que te nieguen esa oportunidad.


Se dice de mí que soy una mocosa, mimada, caprichosa y desagradable. Las personas lo creen incluso cuando no hable. Y se dicen de mí un centenar de cosas. Como que soy gitana, o que una bruja.



¿Qué más me importa ahora? Si se dice de mí, debo mantener un público. Y mis apariencias.

viernes, 25 de abril de 2014

Hocus Pocus - Capitulo 2


Capitulo 2.

Titanes.

 

La magia de los cristales atrae a los titanes. La magia de los cristales señala al Dios. O la Luz. Como se prefiera llamar. El Dios, es olfateado por los Titanes. Ellos no huelen sangre, o algún aroma en especial. Solo poder y este huele de una forma inconfundible en especial cuando se trata de la Luz.

 

Esto es algo que los cristales saben, algo que el Guardián sabe y algo que los Titanes saben. Pero no algo que los niños de la casa supieran.

 

Así como tampoco de que estuvieran seguros de que podían enfrentar a los Titanes.

 

Por ello Paolo corría a toda velocidad por los pasillos hasta llegar a donde Elizabeth y luego ambos corrieron a donde André y Helena. Con eso, reunieron a los niños en la biblioteca y fue allí donde el verdadero caos y alboroto comenzó. Es aquí donde nuestra historia apenas empieza, si he de decir.

 

Imagina tú, lector, que de pronto tienes unos matones tras tuyo, y luego imagina que estos tienen bombas atómicas o metralletas y tú solo una pistola. Sabes que si sacas el mayor provecho de ella lograrás estar vivo. Pero hay un pequeño y ligero inconveniente. No sabes como cargarla.

 

Bien, pues es algo similar a lo que sintieron ellos en cuanto escucharon gritar a sus padres y tanto como oír ello, como imaginárselo, o verlo es realmente horrible.

 

Hay una peor cosa que verlo en vivo y en directo. Y esa creo yo, es imaginarte lo que pudo y no pasar.

 

Y encima teniendo la fuerte tensión de que aquel portal no se abre.

 



-  il percorso mi è stato rivelato la star di Atlantide per proteggere la Luce.- Decía desesperada Elizabeth mientras oía gritar a sus padres y a los titanes acercarse. Maldita fuera Georgianna al abandonarla de ese modo.

- Tenemos que irnos, por favor abre ya el portal.- Decía Paolo desesperado agitando la caja. Maldita fuera por abandonarles a todos ellos.

- No se abre, estamos perdidos si los titanes nos atrapan.- Dijo André mirando la caja aterrado. Los niños para desgracia de los más grandes no se estaban en paz.

- Oh por el amor de Dios, quédate en paz Rose.- Dijo estallando Elizabeth y dándole una fuerte bofetada a la niña que la vio con ojos desorbitados.

 



Todo el salón se había quedado en silencio, Elizabeth pocas veces había perdido la calma y desde luego jamás le había pegado a nadie. Pero no era otra cosa sino la tensión que cada uno de ellos sentía a su manera. Aquel silencio inexplicable les dijo de pronto todo lo que debían saber. A lo lejos unas voces se escucharon y de la nada soltaron unos horribles rugidos, seguidos de un estruendo que cada vez se oía más y más cerca. 

 
La puerta de la biblioteca se abrió con gran estrépito dejando a todos alerta y sin aliento, dispuestos a luchar por sus vidas si era necesario, y aunque lo único que pareció entrar fue una nube de espeso polvo eso no los relajó.

 
Muy por el contrario, André le pasó a Hugo, Tom, Will y Paolo un par de libros gruesos que se hallaban en las estanterías cercanas, probablemente no serviría de mucho pero esperaba que los retrasase un poco. 

 
Paolo contó hasta tres, esperando ver algo cuando el polvo cediese. Pero antes de que el polvo cediera se adelantó una figura femenina dejando ver a Georgianna y todos suspiraron de alivio aún aunque Georgianna frunció el ceño.  

 
Elizabeth se adelantó hacia ella y le dio una sonora bofetada. Pero Georgianna sonrió a pesar de todo. 

 


- Esperaba ese arrebato por tu parte.- Dijo Georgianna y sin más abrazó a Elizabeth.- Lamento mucho mi comportamiento.

 
- ¿Porqué dudaste tanto?.- Dijo Elizabeth cediendo a las lagrimas. Georgianna negó con la cabeza.

 
- Ahora no Lizzie, los titanes llegaron antes de lo previsto, estuve poniendo algunas cosas para que no llegaran antes, pero hay que irnos pronto.- Dijo Georgianna. Pero  justo en ese momento llegó una figura corriendo y azorada.

 
- ¡Lizzie!.- Gritó Georgianna al entrar en la biblioteca y todo se detuvo otra vez. La Georgianna que estaba junto a Elizabeth frunció el ceño y dijo.

 
- No vayas, es una trampa.- Dijo con voz angustiada. Elizabeth se separó de ella y fue tras Paolo, quien vio a ambas con una mezcla de miedo y admiración.

 
- Paolo, si dejas que esa se acerque habrás cometido el peor error de tu vida.- Dijo la Georgie de la puerta. La más cercana carraspeó.

 
- Piénsalo Paolo, si yo fuera una titán, ¿Para que habría de dejarme a mi misma con vida?

 
- ¿Que tal si quisieras una masacre más dolorosa y trágica? Paolo no seas tonto, si una titán quisiera matarnos elegiría el modo más trágico, como que tú me matases.- Dijo Georgianna de la puerta desesperada. Paolo solo podía alternar miradas entre una y otra. Entonces Elizabeth habló.

 
- ¿Cuál es tú contraseña en Twitter?.- Preguntó ella. Ambas se quedaron pasmadas por un segundo y luego solo una sonrió.

 
- STAR003. .- Dijo la más cercana y Elizabeth disparó aquella pequeña pistola que tenía metida en el tenis. Paolo gritó. Pero la Georgianna más cercana se había esfumado y Georgie que estaba en la puerta se hallaba en el suelo tumbada.

 
- Vaya, mero me ha dado semejante bala.- Gruñó G. Elizabeth sonrió.

 
- He sospechado en cuanto no has protestado por semejante cachetada que te di.- Dijo Elizabeth. Georgie sonrió. Paolo en cambio frunció el ceño.

 
- No entiendo, creí que...

 
- Georgie no tiene Twitter.- Dijo ella.

 
- Entonces la contraseña era falsa ¿No?.- Preguntó anonadado Paolo.

 
- No, es de alguna cuenta de ella, pero estoy segura, no es de Twitter.- Dijo  Elizabeth. Georgie asintió.

 
- Ella leía mi pensamiento, de modo que intenté trasmitirle ideas que sentía en realidad, pero la primer contraseña que se me vino a la mente fue esa.- Dijo Georgie.

 
- ¿Y la contraseña es de?.- Preguntó Paolo con malicia y Georgie se sonrojó.

 
- Ahora tendré que cambiarla.- Dijo G lamentándose. Paolo sonrió satisfecho y Elizabeth se molestó.

 
- No molestes a Georgie, Paolo.- Dijo Lizzie y sin más le dio a Georgie la caja que debía leer.- Inténtalo, los titanes no confían en que lo logremos.

 
- Pero yo... no se si pueda hacerlo.- Dijo Georgianna. Paolo bufó y justo en ese momento un estruendo se oyó, cerca, muy cerca. André y Hugo comenzaron a acercar a los niños hacia los otros.

 
- Puedes hacerlo.- Dijo Elizabeth y los niños gritaron al oír un estruendo. Paolo se sobresalto un poco. El estruendo se oía más cerca ahora.
 
Entonces Georgie cerró los ojos y respiró profundamente concentrándose en abrir el portal.
 
 


 Il percorso mi è stato rivelato la star di Atlantide per proteggere la Luce
 
 


Mientras las palabras salían de sus labios de iban escuchando silbidos poco comunes, que alertaron a los niños y a todos los que estaban en la habitación. Arthur y los demás cristales, que colgaban todos en el cuello de su respectivo dueño, los jalaron a que hicieran un circulo justo a la mitad de la biblioteca. Apenas esto hubo pasado cuando de inmediato una gran luz dorada explotó en el centro, una luz, que mucho tenía que ver con magia y aún más con el sol.

 
Los estruendos habían cesado y el portal se había abierto. De la nada como si todos hubieran pensado lo mismo, corrieron hacia el portal. Georgianna, que en un principio se había decidido, volteó justo a mitad del camino y vio como los titanes entraban ahora en la biblioteca, pero ya era tarde para que los alcanzaran porque el portal se iba cerrando.

 
Paolo fue hasta ella que aún se hallaba conmocionada, decidiendo.


 


- Sabes, si nos atrapan, no volveremos a ver a nuestros padres, pero mientras huyamos tendremos la esperanza con nosotros.- Dijo él cuando ella le daba la espalda. Ella volteó bruscamente hacia él.


 
- Lo que dices no tiene sentido, ellos estan muertos.- Aclaró Georgianna y una lágrima brotó de sus ojos. Paolo sonrió.


 
- Tenemos al dios con nosotros.- Dijo él y le guiño un ojo.- Así que ten fé y no te olvides de soñar.

 


Georgianna sonrió un poco más aliviada y Paolo hizo ademán de abrazarla. Pero la chica dura que siempre había sido G, volvió a emerger y le lanzó una dura mirada. Él por su parte se echó a reír a carcajadas y siguió a la chica que ya iba bien encaminada hacia donde los demás.

 




- ¿En donde estamos?.- Preguntó Holly abrazándose de Elizabeth, que estaba más cerca. Elizabeth volteó a ver a su alrededor y vio que lo que les rodeaba era una vieja construcción en ruinas, nada parecida a la biblioteca, en la que anteriormente se rodeaban. Con unas paredes más sucias que cualquier cosa, rodeados de telarañas, el suelo lleno de tierra y los pocos muebles que había en la estancia empolvados, la única que encajaba, más o menos en ese aspecto era Georgianna, quien al haberse tirado en medio de la nube de polvo y más tarde esquivar la bala de Elizabeth se encontraba echa un lío, desde los pies hasta la cabeza. Pero por todo lo demás, parecía como si ellos saliesen sobrando. El lugar olía a humedad y encierro y los techos solo medían dos metros, de modo que Paolo, Helena y André podían tocar el techo si extendían los brazos. Los demás, tendrían que pegar un buen salto para tocarlo. Que como estaba lleno de telarañas, ninguno hizo el mínimo esfuerzo en hacerlo.


 
- Es una buena pregunta.- Dijo Elizabeth. Rose mientras tanto miraba fascinada por la ventana.


- Estamos en el campo, y allí adelante veo un riachuelo.- dijo Rose emocionada y sin pensarlo dos veces salió por la puerta dejando a los demás pasmados.


 
- Supongo que no habrá nadie alrededor.- Dijo Georgianna recorriendo la casa con la mirada. había a su alrededor una enorme estancia que medía alrededor de 8 metros donde había una chimenea en buenas condiciones y pasabas por una puerta – la cual era una suerte, no estaba echada a perder – y llegabas a una cocineta. Al menos Georgianna pensó que era eso, porque había un fogón, una mesa en el centro y en una esquina había un mueble donde había varias cosas como condimentos y unos cuantos alimentos, como lentejas, habas, entre otras cosas. Georgianna rebuscó entre otros muebles que le seguían y encontró varios platos, cubiertos y cacerolas.


 
- Al parecer alguien vivía aquí.- Dijo Helena entrando a la cocina. Era la primera vez que Helena no decía absolutamente nada para insultar a Georgianna, y esta ultima tomó nota de eso, pero sin hacer comentario alguno, se dispuso a ver el resto de la casa sonriendo para si. Contaban al parecer con tres piletas, jabones y un lavadero en la planta baja. La planta alta estaba llena de dormitorios, los cuales solo eran 6 y eso solo servía para incrementar las incomodidades de quien dormiría con quien, al ser 14 no era precisamente que se vieran felices al respecto. Por fortuna había camas, porque eso de dormir en el suelo no le haría gracia a nadie y menos en un suelo tan sucio. Pero había otro problema, solo había tres camas que eran un poco mas grande que matrimoniales, en las siguientes dos recamaras había dos camas en cada una mientras que en la tercera había tres.

 




De inmediato Georgianna pensó en Elizabeth, para dormir, no había alguien mejor. Además la conocía muy bien.

 

Pero al final de cuentas, Lizzie seguía sin perdonarla del todo, por ello, los cuartos quedaron repartidos de este modo. Will y Matt, quedaron en una habitación que daba hacia el norte. Claire, Holly, Lina y Rose quedaron en la habitación de las tres camas que estaba justo al lado de Matt y Will – Lina era apenas un pequeño bulto a sus casi cuatro años de modo que Rose cabía perfectamente junto con ella – sin necesidad de pelear espacio. Elizabeth y Helena durmieron juntas en camas gemelas. Tom, Hugo y Chris durmieron en una cama grande – Por fortuna, ninguno de ellos era obeso, ni demasiado larguirucho, de modo que acomodándose, no pelearon en toda la noche, y la cama era bastante amplia para tres muchachos delgados.

 

 Pero me estoy adelantando, el verdadero problema empezó cuando al decidir, que Claire, Holly, Lina y Rose no se llevaban mal, como para matarse a mitad de la noche, así como Will y Matt que eran de la misma edad o Tom, Hugo y Chris, que pese a que el primero era años menor que los otros dos,  donde los tres cabían perfectamente en una cama matrimonial.

 

Y Helena y Elizabeth no se molestarían mutuamente. André y Paolo no se soportaban. Se matarían el uno al otro. De modo que a Georgianna le tocaba dormir con uno de ellos.

 

Ambos la miraron con cara de pocos amigos tras haber peleado y esta última, interrumpirlos.

 

 Mientras mentalmente mataba a Helena y Elizabeth. Bien había Helena podido dormir con André, pues eran hermanos. Pero ambos eran tan fastidiosos que se acabarían matando. Por otro lado a Paolo y Elizabeth les hubiera ido de perlas dormir juntos, pues mantenían una extraña relación de amabilidad. Poco común en los hermanos.

 

Pero ahora, en el caso de que Paolo y Elizabeth hubieran dormido juntos, a ella todavía le hubiera quedado una opción peor. Helena, porque ni muertos, André y Helena iban a dormir juntos, que si porque uno roncaba ó el otro babeaba y demás. Así, que ahora le tocaba decir a ella. Mantener la paz o bien, elegir su cama para dormir sola.

 

Suspiró. Esas cosas poco le gustaban, pues ella jamás realmente tenía lo que deseaba. Siempre estaba haciendo sacrificios.

 

Dormir con Paolo sería estresante, y con André, aún más. Pero no por las razones que un adolescente pueda decir cuando duerme con alguien del sexo opuesto. Y es que a lo que realmente me refiero con ello es que ambos, Paolo y André, eran realmente molestos. No dejaban dormir, no paraban de hablar de si mismos, o de pensar en lo que harían para derrocar al otro. Etc.

 

La ventaja con Paolo era que él por lo menos, no sería tan grosero, la desventaja era que ella y él anteriormente habían estado coqueteando. De forma inocente, desde luego y ninguno cruzó ninguna palabra. Solo miradas. Pero Paolo, ahora, con mucha más confianza en si, hacía cada mención al tema, que incomodaba a la pobre Georgianna.




 

 - Dormirás conmigo.- Dijo Paolo exasperado tras tanto esperar. Y así lo hizo, no importó lo mucho que Georgianna protestó, alegó, discutió y gritó. Al caer la noche Georgianna se metió al otro extremo de la cama de donde estaba Paolo. Este sonrió burlón y se rió. Pero no habló, no dijo o hizo algo para acercarse o entablar conversación.


- Paolo.- Dijo con voz insegura Georgianna. Paolo se volteó hacia donde ella para mirarla.


- ¿Ah?.- contestó despreocupadamente el chico. A Georgianna se le cerró la garganta sin poder decir ni querer recordar que era lo que le iba a preguntar.


- Nada, duerme bien.- Dijo, agradeciendo a la oscuridad porque ocultase el rubor de sus mejillas. Paolo arqueó una ceja y luego suspiró.


- Sí, también tú.- Dijo y sin más ambos se quedaron dormidos.

 

 


La luz era intensa, demasiado intensa. Se dijo para si Paolo aún medio dormido. Y eso fue algo parecido a lo que todos pensaron cuando despertaron.

 

A su lado Georgianna murmuró algo parecido a <<Soles>>. Paolo sonrió y Georgianna abrió los ojos por fin pero no fue a Paolo lo primero que vió, sino dos soles, grandes y brillantes. A su alrededor todo lo demás parecía conocido. O al menos tan conocido como su propio mundo.

 

Lo siguiente que causó alboroto totalmente, fue la idea de un río a unos 2 kilómetros de allí, bajando la colina, derecho. La casa se alzaba sobre unas colinas y más adelante, había un bosque, por donde el río se perdía a lo lejos. A los más insensatos, como Hugo, Helena, Paolo, Claire, Holly, Lina y compañía, se les ocurrió la idea de poder ir a investigar. Pero personas como Elizabeth y Georgianna, que siempre pensaban en todo de forma rápida, los detuvieron justo a tiempo.

 

 La casa estaba sobre unas colinas y si bien, pesado no era bajar, lo pesado sería subir, con dos soles a cuestas y los estómagos vacíos. De modo que Georgianna, haciendo uso de todas sus capacidades, mandó a André, Claire, Hugo y Will a traer agua suficiente en unas cubetas, llenarían las tinas y piletas con esta y comenzarían de nuevo, hasta terminar. Pero Claire protestó, alegando que prefería la caza ya que esta, era muy divertida. Y Helena, que no deseaba realmente ensuciarse de sangre prefirió el agua. Tras esa pequeña aclaración, los grupos quedaron de este modo.

 

André, Helena, Hugo y Will irían a traer el agua. Paolo, Claire y Tom irían a cazar, lo que pudieran. Mientras que Chris, Rose y Matt irían a recolectar frutas o bayas, setas o lo que fuese comestible. Y Elizabeth, Catalina, Georgianna y Holly, inspeccionarían, limpiarían y trabajarían en la casa.


André se mostraba como líder que era, y entre él y Georgianna acordaron que lo primero sería buscar unas cubetas y lavarlas a orillas del río, para más tarde lavar las piletas y luego volver y traer agua a estas.

 

Helena protestó nuevamente. Pero esta vez no hubo discusión pues Georgianna se mostró intolerante. Alegando que todos debían participar o no comerían. De modo que de buen grado Helena propuso que sería ella quien lavaría las cubetas y André las subiría, Mientras que Hugo y Will lavarían las piletas. Y más tarde ayudarían a llenar estas, los cuatro.

 

Así se hizo. Y con peleas, bromas y gritos, entre algunas risas acabaron justo a la hora.

 

Paolo, mientras tanto dijo que Claire le ayudaría a cazar y Tom, que era de carácter más tranquilo, limpiaría el fogón y la cocina, para poder cocinar algo decente. También Tom buscaría en la misma cocina ingredientes para sazonar.

 

Al estar en una zona donde corría cerca un río, los pastos eran muy verdes, y Tom descubrió que pese a haber pocas especies en la cocina, esta daba a un patio trasero, donde había una gran variedad de plantas que servirían para cocinar y sazonar de modo delicioso la comida.

 

Claire logró cazar dos conejos y Paolo llegó a cazar un cervatillo y  vio tres nidos de golondrinas. De modo que haciéndose con todo esto lo llevaron a la cocina tras haberlos preparado lo mejor posible. Esto ultimo tanto Claire como Paolo estaban tan hambrientos, que poco les importó la chapucera que se organizó y que tanto los ensució, de un modo escabroso.



 
- ¿No hay modo de hacerlo con magia?.- Preguntó Georgianna a Elizabeth tras haber terminado de desempolvar y lavar  el piso completo de abajo. Era un trabajo tan duro que quedaron exhaustas. Los dijes sonrieron.

 
- Se puede, pero es mejor que vivamos como se debe, además. Parte del propósito es que aprendan a sobrevivir y realmente no lo hacen tan mal.- Dijo Arthur. Christie sonrió aún más ampliamente. 

 


Chris, Rose y Matt notaron que había unas cuantas bayas, pero al no saber distinguirlas todas solo llevaron cerezas, moras y frutillas, Matt de regreso encontró unos árboles de manzana y otros de uvas. Rose logró encontrar las nueces, pero tras haberse cargado con lo necesario volvieron, pues la idea de internarse en el bosque no les atraía a ninguno. 

 
Elizabeth mientras tanto, había vuelto a ser la  misma con Georgianna y ahora presionaba a esta ultima para que le dijera que había pasado con su hermano y ella. No era mas que un secreto a voces que Paolo quería mucho a Georgiana, pero como cualquier chico que no sabe que hacer en esos casos, molestaba a Georgiana demasiado.

 
Esta por otro lado, no era indiferente pero realmente prefería estar tranquila y sin ser demasiado empalagosa, de modo que jamás ninguno daría el primer paso, pero si había muchos celos, gritos y enojos de por medio. Georgianna  que estaba acostumbrada a la idea de que Elizabeth desease unirlos, y Paolo no se mostrase indiferente, se sonrojaba cada dos por tres. Catalina y Holly corrían para todos lados llevando y trayendo las cosas que las chicas necesitaban.

 
Por la tarde pasó una familia que contaba con más miembros que los principales. Se detuvieron a intercambiar unos comentarios con los niños, quienes encontraron información interesante.  

 


- ¿Quienes son ustedes y porque estan en la casa del vicario?.- Preguntó la señora al pasar. Los demás se revolvieron incómodos y Georgianna fue quien respondió con una mentira de forma rápida.

 
- El Conde de Manchester, Mi padre ha comprado esta casa y nos hemos mudado aquí de inmediato, me temo que el vicario se ha ido, al parecer deseaba habitar una casita menos grande tras haber casado a sus tres hijas. Estos son mis hermanos y nuestros sirvientes, sean ustedes bienvenidos a nuestra casa solariega.- Dijo ella con elegancia.

 
- Tiene usted unas ropas muy escandalosas señorita...

 
- Hale, Georgianna Hale. Me temo que durante el camino nos han asaltado y hemos perdido varias de nuestras pertenencias, por fortuna padre llegará pronto con personal necesario para modificar las pequeñas incomodidades que se nos han dado estos últimos días.

 
- Es usted sin duda de una fortaleza digna de admirar, señorita, muchas damas que conozco se hubieran desmayado desde luego si tuviese que limpiar como vil y vulgar sirviente.- Dijo la señora mirándola con curiosidad y un poco de rechazo. Georgianna permaneció impasible, rogando que la magia que tenían los cristales les ayudase en esta ocasión.

 
- Es usted muy amable señora, me temo que solo podemos darles unas pocas provisiones por el momento.- Dijo ella y les dio una canasta que los dijes hicieron favor de crear y Elizabeth entregó.

 
- Será suficiente, ¿Sabe? Me gustaría intercambiar unas cuantas palabras con vuestro padre.- Dijo ella ocultando poco su malicia.- Si no es mucha molestia, el pueblo esta a solo 5 millas de aquí, por favor avíseme cuando llegue vuestro señor.- Dijo y se marchó. La chica que la había acompañado asintió con la cabeza, murmuró una disculpa por el comportamiento tan impropio de su señora y dio las gracias, para marcharse tras ella apresuradamente. Paolo miró a Georgianna pidiendo una explicación mientras que tras él todos menos sus hermanos la observaban con interrogantes y asesinas miradas. Georgianna tomó aire y comenzó a hablar.

 
- Al menos sabemos que viven a unas millas y dudo que tengan carro así que su visita me temo se prolongará.- Dijo Georgianna tratando de escapar. Pero la detuvo Paolo.

 
-¿Sirvientes?.- Dijo interrogante.

 
- ¿Acaso no te llamó la atención la ropa que llevaba? No es en definitiva ropa que usaríamos todos los días ¿Cierto?.- Se enfadó G.

 
- Viendo de ese modo las cosas… .- Comenzó Paolo y luego sacudió la cabeza como despertando de un trance.- Sigo sin darme por enterado, que tiene la ropa con que nosotros seamos sirvientes.

 
- Bueno, por las ropas deduje que estaríamos en otra época, no solo en otro mundo, pues si estuviéramos en el futuro tendrían menos ropas, no más.- Dijo con simpleza. Elizabeth miró a su amiga como si esta se hubiese vuelto loca de remate o le hubiesen salido cuernos en la frente.

 
- Explica mejor.- Dijo Lizzie. Georgianna suspiró.

 
- Bueno, me refiero a que estamos en el siglo XVII ò XVIII aproximadamente y entonces, o ahora… ¿Entonces o Ahora?.- Preguntó para si misma más que para los demás, pero para cualquier persona viajar en el tiempo y el espacio, no es tan fácil. Ya que duele la cabeza si piensas demasiado en ello.

 
- Sigue.- Dijo Helena furiosa.

 
- Bueno, no se me ocurrió otra historia, ya que siendo sincera se supone que esta mal visto lo que hacemos, y nuestras ropas desde luego no son las indicadas.- Dijo Georgianna sin poderse si quiera ella misma explicar.- Si dijera que todos somos amigos, probablemente preguntarían donde estan los criados, las carabinas y demás, así me he evitado preguntas incomodas.- Dijo G. Paolo sonrió sarcástico. No le ponía en una situación de ventaja ser un simple criado. Bueno, ya vería él como voltear la situación. Siempre lo hacía.

 
- Bueno, supongo que debemos usar magia, o si no, nos descubrirán.- Dijo Georgianna frunciendo el ceño y sujetó su dije. Arthur, protestó débilmente.

 
- Georgie, sinceramente no creo que…

 
- Cállate, nos metieron en esto así que debemos usar nuestros dones para salir de cualquier apuro,¿No es así? O si no… explícame como se supone que crean nuestras historias y tratemos de pasar desapercibidos o encajemos en este mundo.- Dijo Georgianna. Sin más, ni dejar hablar a nadie, comenzó a hacer magia con ayuda de Arthur. Lo siguiente que vieron todos fue un enorme cuarto bien construido, con el suelo de mármol, una excelente iluminación salía de las velas que colgaban de los candiles, y los rodeaban sirvientes. Habían sido vestidos con ropas del momento y poseían buenos muebles. En el exterior, la casa sin pintar había sido restaurada e incluso agrandada para dar la bienvenida al Duque de Manchester.

 
- ¿En serio somos hijos del Duque de Manchester?.- Preguntó Paolo. Georgianna lo miró burlona.

 
- No sé si haya un duque en Manchester, es más ni si quiera se si existe realmente Manchester o no, o si es parte de algún lado, creo que si, por la expresión de la señora. pero en definitiva si esa mujer lo creyó, la gente puede con ello.- Respondió a la pregunta G, dejando a los que la rodeaban completamente anonadados y con sus reservas.- Ah y por cierto, yo sí, tú eres un sirviente.

 
- No si yo puedo evitarlo.- Dijo él vistiéndose a él y sus hermanos bien.- Seremos condes de…

 
- No podemos ser todos condes y condesas, sería raro y sospecharían.- Dijo G, Paolo sonrió.

 
- Entonces seré el Duque de Argyll.- Dijo tras ver un mapa. Georgianna sonrió.

 
- En ese caso, Su señoría, ¿Cuál es el motivo de su presencia en nuestra nueva mansión solariega?.- Dijo Georgianna. Helena que ya tenía tiempo sin emitir sonido, dijo triunfante:

 
- Si ustedes pueden ser eso seré princesa.- Dijo ella y oprimió su dije con tanta fuerza que se sacó un hilillo de sangre. Entonces habló Mandy, su dije.

 
- Me temo que tú deseo no es posible, Arthur y Henry – el dije de Paolo – les concedieron sus deseos porque no solo no deseaban hacer mal, ni deseaban aplastar a los demás, sino que sus deseos fueron pasajeros. Y el tuyo en cambio, no.- Dijo Mandy molesta con su portadora.

 
- ¿A que te refieres?.- Dijo Helena sintiéndose cada vez más humillada.

 
- Se refiere al hecho de que ellos desearon “Mientras estemos aquí, seremos…” y seguido de un “Pero cuando nos marchemos ninguna persona recordará nada, no alteraremos la paz..”

 
- De G, me lo creó pero ¿Paolo?.- Intervino André escéptico. Los cristales sonrieron y también los chicos. Paolo en cambio frunció el ceño molesto.

 
- Aunque no lo crean si pienso, y también tengo sentimientos.- Dijo él. Arthur tosió y luego comenzó.

 
- Nosotros funcionamos con el corazón, si es tu deseo se cumplirá, pero al ser solo canal y ustedes el verdadero poder llegará un día en que solo nos necesitarán como guías o nos fundiremos con ustedes. En su idioma, somos solo un canal de energía positiva, así que Helena, no podemos concederte tu deseo ni aunque quisiéramos.- Dijo Arthur. Ella se molestó y salió del cuarto. Nadie la siguió, en cambio optaron por ver como se las arreglarían para ciertas cosas que en su mundo habían dado por hechas. Ajustar historias y tratar de divertirse. 

 
Aquella noche Arthur habló con Paolo cuando Georgianna y Henry dormían – Sí, los dijes también necesitan dormir, aunque lo hacen de un modo totalmente distinto a los humanos – y aquella conversación fue como pocas.
 
Mientras Paolo se encontraba viendo la lluvia de estrellas que cada noche había, con Henry colgando de su cuello, Arthur se deslizó hasta donde él.
 
- Ella desea volver con sus padres, quizá eso no lo entiendas tú, por que has sido bastante desapegado a ellos, pero para alguien como Georgianna, que ama hasta el aire que respira y llora hasta la muerte de los que llama enemigos, es poco probable que sobreviva, en otras palabras Paolo, ella es como una princesa, las princesas no pueden mantenerse mucho tiempo lejos de su reino o morirán. Con el tiempo, verás a que me refiero.- Dijo Arthur ante la mirada horrorizada de Paolo.

 
- ¿Morirá?.- Preguntó mirándola de reojo. El dije no respondió y a Paolo eso le supo amargo, una confirmación sin necesidad de palabras siempre es más dura.

 
- Helena se considera una princesa, pero lamentablemente para ella no es más que una chica que con esfuerzos y llegaría a sirvienta.- Dijo Arthur sin mofa y con algo de tristeza.

 
- ¿Que fue lo que nos trajo a este mundo?.- Preguntó Paolo.

 
Aquella luz que nos trajo a este mundo, es el sol. No realmente, pero es una proyección del poder del sol.- Dijo Arthur.

 
- Aquella luz… ¿Podría ser el Dios?.- Preguntó Paolo. Arthur sonrió.

 
- Sí, desde luego.- Dijo Arthur. Paolo tanteó con cuidado.

 
- ¿Que pasaría si uno de nosotros muere?.- Preguntó con temor y Arthur razonó.

 
- Me parece que eso depende de como muera, si era protegiendo al grupo, será la mano derecha del Dios ó uno de nosotros.. un dije.- Contestó él. Paolo se estremeció.

 
- ¿Y si es una traición?.- Volvió a preguntar casi temiendo la respuesta. Pero Arthur no le contestó.

 
- Paolo, Georgianna necesita que se apresuren a destruir a los titanes, o a encontrar el dios para volver a casa.- Dijo Arthur.

 
- Pero ¿Usted entonces no sabe quien es el Dios?.- Preguntó Paolo frunciendo el ceño.

 
- Muchacho, si uno de nosotros supiera, nuestro viaje no tendría sentido, ni el dolor de perder a los seres que amamos, ni el mundo que conocemos, así como tampoco podrían sus nietos escribir sobre nosotros, si supiéramos la historia antes de abrir un libro, no habría historia ¿Lo entiendes no?.- Dijo sonriendo. Paolo frunció el ceño aún más.

 

 
- Sí y no.- Dijo Paolo. Arthur sonrió aún más ampliamente.

- Siempre será de ese modo, acostúmbrate.- Dijo y luego fue a posarse sobre el cuello de su portadora dejando de ese modo a Paolo con sus cavilaciones.
 


Paolo, que ahora tenía un cuarto propio no necesitaba permanecer allí. Pero al Georgianna tener pesadillas frecuentemente, Paolo se había auto invitado a dormir y para hacerlo de forma mucho más cómoda, tenían camas individuales. Al menos por esa noche.
 
Si bien la señora no volvió, las cosas dejaron de ser tan difíciles para los nuevos inquilinos, con tantos sirvientes que hicieran casi todo por ellos, y magia a su alrededor.
 
Las cosas que pasaron tenían que pasar pues de ese modo estaban escritas. En este mundo no existen las coincidencias, solo lo inevitable.
 
Y eso era exactamente lo que pensaban los Titanes justo cuando pudieron dar con ellos.
 
Aquella magia que los cristales o los niños emitían de forma tan natural, era probablemente la peor y mayor desgracia al mismo tiempo. Tras estar un tiempo allí, en aquel lugar, donde al parecer de Elizabeth y Helena, no pasaba nada interesante, se habían acostumbrado. Los chicos y Claire iban de caza cada semana y traían bastante. Lanzaban gritos y risas en aquella casa.
 
Lo bueno de todo lo que hacían era que nadie podía reprenderlos ni nada en absoluto. Incluso hasta Georgianna que se portaba como una chica madura disfrutaba de vez en vez las travesuras, las bromas y las canciones o historias que había entre ellos. Eso por un lado, por otro vivía para extrañar su hogar. Pocas veces dejaba que los demás lo supieran, pero a Paolo y Lizzie no los engañaba.
 
Hacía apenas dos semanas que habían llegado a aquel lugar, cuando Matt, Lina, Holly, Will, Rose, Claire y Tom decidieron ir de picnic.
 


- Esto es más divertido que estar encerrados en la casa ¿No Tom?.- Dijo Claire sonriendo mientras comían unos emparedados. Tom sonrió.



 
- Sí.- Dijo sin quitar el mismo tono de voz que usaba siempre. Claire frunció el ceño. ¿Porqué jamás se alteraba su voz?



 
- Bueno es más divertido que estar oyendo a los niños grandes con sus dramas, peleas, enredos y desenredos amorosos, de quien se pela con quien y quien mata a quien.- Dijo Rose animada. Claire sonrió.



 
- Sí, como Georgie que estaba molesta con André y le dio un puñetazo.- Dijo Claire mientras Lina tomaba una fresa y la embarraba de chocolate. Los seis la miraron sorprendidos. Que ella estuviera enojada con André era poco común pero que le pegase un puñetazo era otra cosa totalmente distinta.



 
- ¿Que hizo?.- Preguntó Matt aullando de risa. Claire se sonrojó.



 
- Le pegó un puñetazo.- Dijo Claire y ella tomó también una fresa.



 
- ¿Donde?.- Preguntó Holly. Claire suspiró.



 
- En la cocina.- Dijo Claire. Holly negó con la cabeza.



 
- En que parte del cuerpo, en la cara no tiene nada.- Dijo ella pensativa.


- Ah, fue en el estomago, pero cuando André iba a levantarla por los aires Paolo llegó al rescate.- Dijo Claire y tomó una zanahoria.



 
- ¿Donde estabas tú?.- Preguntó Tom.



 
- Entré a tomar un poco de leche con galletas que cocinó Glinny.- Dijo ella. Glinny era la cocinera mágica que habían pedido y hacía las mejores galletas del mundo.



 
- ¿Se pelearon contigo presente?.- Dijo Will anonadado. Claire sonrió.



 
- ¿Recuerdan la alacena que esta al lado del fogón?.- Dijo ella. Todos asintieron.


Me escondí allí.- Dijo Claire. La alacena estaba lo suficiente grande como para que un adulto cupiera, y desde allí se tenía una visión perfecta de la cocina y lo que ocurría.



 
- Lo ven, siempre somos mejor que los adultos, si nos peleamos nos reconciliamos.- Dijo Matt.


- Y pocas veces lo hacemos.- Aclaró Lina mientras se chupaba los dedos llenos de chocolate. Rose sonrió.



 
- Somos más maduros que ellos que dicen ser grandes.- Dijo y comenzó a levantar las cosas. Matt llegó hasta el lago junto con Lina. Y esta comenzó a perseguir a algún pobre animal que saltaba entre las hierbas. Tom y Will treparon a un árbol jugando competencias entre quien llegaba primero arriba, y luego hacia abajo. Claire por su parte vio un pequeño nido de golondrinas y comenzó a trepar por las ramas. Rose se puso a leer un pequeño cuento. De modo que ninguno vio cuando la pequeña Catalina se cayó en el lago, por suerte por allí pasaban por allí André y Paolo que en cuanto vieron el problema André se echó a correr hacia donde Lina. Si los niños no se habían dado cuenta del asunto, ahora con los gritos de Lina Tom y Will se quedaron inmóviles como piedra en la copa del árbol durante unos segundos y luego bajaron corriendo. Rose se echó a correr a la casa por unas mantas y por caldo, a organizar todo para que no se enfermase Lina, Matt se había quedado mirando, aterrado. Paolo en cambio tuvo que ocuparse de Claire quien estaba colgando a dos metros por arriba del suelo.




- Paolo, no puedo, su pie se atoró en unas rocas.- Gritó André desesperado mientras trataba de sacar la cabeza de Lina por encima del agua. La niña solo gritaba y lloraba. Paolo que estaba a unos metros de el, se reprendió. ¿Cómo pudo pasar eso?.



 
- ¿Cual es la posición del pie?.- Preguntó y Claire le cayó encima. Con el estomago lleno y ahora revuelto por la caída Claire reprimió el impulso de vomitar.



 
- Tendré que sumergirme, ¿Puedes ayudarme?.- Preguntó André. No hizo falta que lo dijera dos veces, Paolo ya estaba en el agua sosteniendo a Claire y André se sumergió. Para segundos después salir boqueando.



 
- ¿Y bien?.- Preguntó Paolo.



 
- Necesitaré que ambos metan la cabeza en el agua, tú la sujetas y jalas de ella, yo trataré de zafar su pie.- Dijo André.



 
- Lina, necesito que respires mucho y sostengas el aire.- Dijo Paolo.



 
- Se fuerte.- Dijo André y volvió a meter la cabeza al agua seguido de Paolo y Lina.

 
 
 
 
Paolo tomó el caldo que le ofrecía Georgianna, igual que minutos atrás André.
 
 Ambos habían decidido hacer una tregua en vista de que habían logrado salvar a las chicas de un desastre. Quizá la mejor forma de lograr una tregua es de ese modo, al lograr  confiar en el otro, si bien no se hicieron inseparables de la noche a la mañana, comenzaron a tener menos recelos del otro y tratar de llevar la fiesta en paz.
 
Georgianna por otro lado se hallaba encantada de que ambos hubieran estado allí., pues realmente era muy importante para ella que nadie hubiese muerto. Cuando llegaron los cuatro, Georgianna pálida y a punto de sacarse sangra del labio, llorando angustiada corrió a abrazarlos a los cuatro, sin importar lo muy mojados que estuvieran o lo muy molesta que estuviese ella con André y Paolo. Al igual que Elizabeth, que se arrojó a su hermanita, y de allí en adelante no la soltó.
 
Georgianna que había pasado unos momentos agitada por las ordenes que les daba a todos los que la rodeaban, para que arreglarán lo necesario para la llegada de los cuatro.
 



 - ¿Saben? Lo he pensado y quizá ya va siendo hora de que no vayan a ningún lado sin adultos.- Dijo Georgianna preocupada. Matt bufó.



 
- Somos capaces de cuidarnos solitos, además ustedes solo se la pasan peleando.- Dijo él y recibió una mirada reprobadora de Lizzie.



 
- No lo creo, de ser así, no hubieran podido rescatarlos, así que ahora tendrán siempre alguien cerca de ustedes.

 
La plática sobre el mismo tema rondó en la boca de los chicos, por días. Las que más hablaban al respecto eran Georgianna y Elizabeth.
 

- No puedo en serio estar más agradecida de que las salvarán.- Dijo Lizzie a Georgianna que se encontraba ahora ayudando en la cocina.



 
- Descubrieron ese lago, siguiendo la corriente del río, es una suerte que Paolo y André estuvieran cazando por los alrededores.- Concordó Georgianna.



 
- Oye y hablando de ellos ¿Sigue Paolo en tu cuarto cuidando tus pesadillas?.- Preguntó Elizabeth. Georgianna simplemente la miró con frialdad.



 
- No, y me alegro por ello.- Dijo sin dejar traspapelar emoción alguna, lo que hizo sospechar a Elizabeth de un posible altercado entre su hermano y su amiga.



 
- Bueno, ¿Le pediste disculpas por el puñetazo a André?.- Preguntó tanteando. Georgianna sonrió.



 
- No, además él se lo merecía. Le di las gracias por haber salvado a Lina y Claire, de hecho él me pregunto que si era eso una disculpa y le dirigí una de esas miradas…

 



Paolo que se hallaba detrás de la puerta no tuvo que ver a Georgianna para imaginar cual de todas las miradas que tenía Georgie cuando se enojaba le había lanzado al pobre André.
 
Y es que André y Helena podían ser realmente odiosos, pero a la hora de enfurecerse G era la que realmente metía terror. Compadecía a André si volvía a provocar a la fiera. Paolo sonrió para si mismo justo cuando Matt entraba al salón donde se hallaba Paolo.

 


- ¿Sabes que es de muy mal gusto espiar no?.- Preguntó el niño inocentemente. Pero eso bastó para que Paolo se pusiera lívido y cogiera a Matt por la ropa jalándolo para irse ambos corriendo como locos.

 
-  Si tienes un poco de aprecio por tu vida no dirás nada.- Dijo Paolo a Matt, quien jamás había espiado a nadie, y menos a alguien como Georgie y Lizzie, que a quien fuese que espiara lo mandaban al infinito y de regreso. Paolo ya había sido descubierto en una ocasión y jamás, sinceramente, jamás se volvería a enfrentar a algo como eso.

 
- ¿Porque lo dices?.- Preguntó Matt mirándolo burlón.- A mi jamás me hacen nada. Paolo frunció el ceño molesto. ¿Era eso posible? Lo meditó durante unos segundos y luego suspiró.

 
- Bueno, no les digas nada, por mi vida.- Pidió Paolo. Matt enarcó una ceja.

 
- Solo si me dejas ir de caza contigo un día.- Pidió. Paolo sonrió.

 
- Hecho, y cazaremos algo muy bueno.- A esto le siguió un apretón de manos y luego Matt volvió a la cocina a tomar su leche tibia y un puñado de galletas.
 
 
 
 
Esta vez fue Lizzie la que vio a los titanes. En medio de la oscuridad o casi oscuridad – debido a la luna y a la lluvia de estrellas de todos los días no estaba tan oscuro como boca de lobo – se asomó por la ventana dispuesta a preguntarle a Christie cual era la razón de que por las mañanas hubiera dos soles, en las tardes uno y en las noches lluvias de estrellas cuando los vio en la entrada.
 


- Nos han encontrado al hacer magia, Arthur temía que fuera demasiado pronto, temo.. que se ha hecho realidad su temor.- Murmuró Christie.

- ¿Me estas diciendo que no podemos usar magia o cada vez que lo hagamos nos van a encontrar? ¡Pero eso será un incordio!
 
- Nuestra magia atrae a los titanes. Nuestra magia con el tiempo señala al Dios. O la Luz. El Dios, es olfateado por los Titanes. Ellos no huelen sangre, o algún aroma en especial. Solo poder y este huele de una forma inconfundible en especial cuando se trata de la Luz.
Así que en resumen, no más magia.- Dijo Elizabeth despertando a todos para cambiar de mundo, nuevamente.

- Me temo que así debe ser.- Dijo Arthur medio adormilado.
 

Il percorso mi è stato rivelato la star di Atlantide per proteggere la Luce

 

 



La luz dorada que los había envuelto, en esta ocasión se apareció primero y más tarde fue absorbida por un rayo de luz plateada. Los niños miraron el portal y entraron rápidamente, todos menos Georgianna quien deshizo la magia y entró al portal que se cerró de inmediato. Dejando frustrados a los Titanes. Quienes tuvieron a Georgianna por el zapato durante unos segundos, lo que no contaron era que G tuviese el zapato sin amarrar, de modo que por pura suerte para Georgie, y para furia de los titanes el zapato se salió.

 

 

Mientras nuestros protagonistas seguían tratando de perder la pista de los Titanes, estos destruían cada mundo con su furia.

 

Haciendoles pagar a todos los habitantes, algo que jamás habían hecho. La furia de los Titanes era considerable, pero si el grupo llegaba a unirse como se estaba uniendo, era muy probable que la Luz no tuviera otra opción que salir y destruir a los Titanes, restaurar la paz y volver a sumergirse en la inconsciencia.

 

No, en definitiva los Titanes no pensaban permitirlo. La primera en caer, sería la más débil y más fuerte al mismo tiempo. Georgianna.

 

¿Porqué no? Y si podían tener algún aliado del bando que con tanto ahínco los evitaba, lo tomarían. No por nada eran los Titanes los villanos más temidos de toda la historia.

 

 

 
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Así que, aquí está el segundo capitulo de Hocus Pocus. Entonces, me he tardado en subirlo, sí. Y en actualizar, solo un poco. Pero aquí está. Yo he estado realmente ocupada en estos días. Mientras tanto, seguiremos leyéndonos por aquí.

Bunny Kisses

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